Lectura: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor»… Tenían los ojos fijos en Jesús” (Lc 4, 18-20).
Meditación:
En el pueblo de Israel, cada cincuenta años, se proclama un año jubilar, de alegría. Se perdonaban las deudas, se restituían las propiedades que estaban embargadas. Todo era un preanuncio de la llegada de Cristo que nos reconcilia por su misericordia.
Jesús presenta su proyecto del Reino al comienzo de su predicación pública. Se sabe el enviado del Padre, que viene a traernos Vida y se deja conducir por el Espíritu Santo. Hace la voluntad del Padre, que quiere nuestra salvación. Es inabarcable el regalo que nos hace, sólo precisamos acogerlo.
La Buena Noticia es que somos hijos de Dios y quiere nuestra salvación; formamos parte de la familia de Dios. Nuestra única preocupación es pertenecer a su Reino, que nos lo da gratuitamente, sólo precisamos abrir el corazón y acogerlo comprometidamente, desechando los ídolos del mundo que nos esclavizan.
Oración: Señor, abre mi corazón, quiero recibir tu misericordia.
Contemplación:
-
Busco seguridades en cosas pasajeras… pero mi corazón busca la sanación y la amistad.
-
«Yo te busco y te doy un corazón nuevo… acoge el don de Dios».
-
Quiero vivir para Ti y acoger tu amor.
Acción: Dejar que Cristo obre en mí.
Hno. Javier Lázaro sc.
Deja una respuesta