Lectura:
“Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes” (Mt 10,19-20).
Meditación:
Jesús nos envía a llevar su Reino… pero nos anticipa que vamos a tener dificultades. Él nos llama a la confianza, pues siempre nos acompaña con la fuerza y la sabiduría del Espíritu. Las contrariedades son una posibilidad de crecimiento interior, nos permiten profundizar las convicciones. Sólo es preciso asumirlas con fe y la esperanza que pasaran. En la persecución tenemos un espacio especial para dar testimonio de Cristo.
Todos somos diferentes, pero nos necesitamos; estamos llamados a vivir en comunión unos con otros. Cuando nos sentimos atacados, nos alegramos por poder identificarnos con Cristo; no juzgamos a nadie y siempre tratamos de tender nuevos puentes de diálogo, olvidando las ofensas.
Al poner a Cristo en el centro y vivenciar su amor, nada nos puede apartar de su amistad y siempre estamos animados por el Espíritu. Por eso, en todo momento despertamos el agradecimiento y la alabanza; celebramos que los otros tienen libertad y siempre queremos vivir la fraternidad.
Oración: Señor, ayúdame a confiar, pues siempre estás conmigo.
Contemplación:
- Frente a la crítica me desanimo y me olvido que estoy en tu Nombre.
- Yo estoy siempre contigo, te doy la sabiduría divina.
- Quiero vivir en comunión con tu Corazón y escuchar tu voz.
Acción: Vivir la alegría de vivir con Cristo.
Hno. Javier Lázaro sc.
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