Lectura: «Desfallecerán los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación» (Lc 21, 26-28).
Meditación:
Jesús ha muerto, resucitado y ascendido junto al Padre. Aunque su Reino sigue entre nosotros por la presencia del Espíritu Santo. Pero Jesús tiene prevista una segunda venida triunfante como juez de vivos y muertos. Ante su bondad infinita los que obran el bien se sentirán atraídos por su gloria; los que obran el mal ante la presencia de su Luz se apartarán eternamente.
Este juicio universal al final de los tiempos, en realidad ocurre en cada persona en el momento de la muerte. El Padre nos espera en el banquete celestial, pero es preciso que nos identifiquemos con Cristo, viviendo la caridad con los otros.
En el juicio particular y final, sólo somos examinados en la caridad; cómo buscamos el bien del prójimo y la gloria de Dios. La caridad nos permite crecer afectivamente y vivir en comunión entre todos; es una forma de hacer presente el Reino en nuestro corazón.
Oración: Señor, dame fuerza para amar y vivir la fraternidad.
Contemplación:
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Estoy muy entretenido en muchas cosas y me olvido de ver al otro que me necesita.
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“Yo te llamo a ser prójimo del necesitado y vivir en comunión”.
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Quiero corresponder a tu amor…
Acción: Establecer el vínculo de la caridad.
Hno. Javier Lázaro sc.
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