Lectura:
“Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: «¿A dónde vas?». Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré” (Jn 16,5-7).
Meditación:
Con frecuencia nos olvidamos de la meta que perseguimos, y nos angustiamos con la situación del presente. Cuando Jesús dice que va al cielo, los discípulos se entristecen… pero ignoran que es para enviarnos el Espíritu Santo y seguir presente entre nosotros.
Necesitamos guiarnos por la fe, para no quedar atrapados en el miedo y la angustia de lo que necesitamos afrontar. Por la fe acogemos al Espíritu Santo y Él es nuestro abogado, nos va poniendo las palabras, los sentimientos y la fuerza que nos llenan de valor.
Jesús con su muerte y resurrección se da de una forma nueva al Padre y nos regala esta expresión de su amor por el Espíritu Santo. Ahora se da como Dios y Hombre, llevándonos a todos con Él; somos hijos en el Hijo. Cristo siempre es fiel y cumple sus promesas.
Oración:
Señor dame la mirada de la fe, que confíe en la fuerza del Espíritu.
Contemplación:
- El resultado de mis cálculos humanos me da miedo, pues siempre veo que lo bueno pasa…
- Yo Soy la Vida, te ofrezco mi Reino que no tiene fin, te doy el Espíritu Santo que te conduce…
- Quiero seguirte confiado, con fe…
Acción:
Guiarme por el Espíritu Santo.
Hno. Javier Lázaro sc