Señor, dame valentía para que hable de Ti

Lectura:

“Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado” (Jn 5, 35-36).

Meditación:

Juan Bautista vino antes de Jesús, es el precursor; vino a preparar el camino, la llegada del Mesías (el Ungido, el Elegido, Cristo). Pero Juan no era Dios. Él recibió un mandato y por un instante ha sido la luz, el guía del pueblo de Israel… después se apagó.

Jesús además del testimonio de Juan, recibe el testimonio del Padre que lo envía. Cristo es la Luz, que no se apaga nunca. Además, habla con autoridad; su Palabra nos da Vida. Hace los milagros porque es Dios.

Nosotros, cuando anunciamos el mensaje de Jesús, sentimos como el corazón se ilumina por su Palabra. Necesitamos constantemente vivir unidos a Cristo para ser Luz para los demás.

Oración:

Señor dame valentía para que hable de Ti. Auméntame la fe, que me impulse a dar testimonio de Ti allí donde me encuentre.

Contemplación:

Me siento a escuchar la predicación de Jesús. Veo cómo mi corazón se inflama en su amor al escuchar su Palabra. Me lleno de alegría cuando me habla del Padre. Miro los ojos de Jesús iluminados, gozosos, por ser el enviado del Padre y ser Luz para todos.

Acción:

Dar testimonio de la fe en Cristo, superando la comodidad, el miedo y la vergüenza.

Hno. Javier Lázaro sc

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