Señor, di una Palabra y mi corazón será sanado

Meditación:

El centurión, un jefe militar romano y pagano, no se cree digno de que Jesús entre en su casa, pues tampoco pertenece al pueblo judío. Ninguno somos digno de que Cristo venga a nuestro corazón, pues somos pecadores, vivimos en la indiferencia en las cosas del Espíritu, estamos divididos interiormente, no vivimos la caridad fraterna como principio de nuestra acción…

Pero es Cristo quien nos ha elegido como su morada; Él nos ha sanado interiormente y nos da su Espíritu que nos infunde los sentimientos para poder acogerlo. Sólo necesitamos dejar que obre en nosotros, confiar… permitir que nos dé un corazón nuevo; nos ha hecho sus hermanos e hijos del mismo Padre.

Es la Palabra de Cristo la que nos sana, cuando dejamos que anide en nuestros pensamientos y que esté presente en la cotidianidad. Cada día es preciso alimentarnos espiritualmente con la Palabra, para que obre en nosotros y nos haga fecundos.

Oración: Señor, di una Palabra y mi corazón será sanado.

Contemplación: 

  • Busco técnicas o prácticas que me den el bienestar… pero sigo igual.

  • «Yo Soy la Vida… acoge mi Palabra, reflexiona y rumia lo que te digo».

  • Quiero guardar tu Palabra y dejarme conducir por Ti.

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