Lectura:
“Jesús dijo: «Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?». …. «¿No está escrito en la Ley: «Yo dije: Ustedes son dioses»? Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra –y la Escritura no puede ser anulada–“ (Jn 10, 31-33).
Meditación:
No se nos ha manifestado Jesús en persona; pero sí nos muestra su infinita bondad. Sólo Él muere por nuestro amor; muere y resucita. Las obras que realiza atestiguan que es el Hijo de Dios.
Cristo se ha hecho Hombre, se ha desposado con nosotros, formamos un solo Cuerpo con Él; nos ha divinizado. Cada vez que comemos su Cuerpo, quedamos transformados. Nuestra vocación y destino final es vivir eternamente con Cristo, que es Dios y Hombre. Esto nos tiene que alegrar, aunque ahora nos veamos pequeños, pecadores y débiles; Él es quien realiza la obra por su amor infinito.
Nosotros estamos llamados a vivir como hijos de Dios, manifestando constantemente en la alabanza su grandeza y gloria. Esto sin dejar de ser sus criaturas; pues nos ha dado una forma única de encuentro con su Corazón.
Oración:
Señor, enséñame a amar a tu manera.
Contemplación:
Jesús, tengo miedo ante la grandeza que me ofreces, creo que no puedo corresponder a tu amor… Yo te llevo en mi Corazón; lo que tú no alcanzas, lo realizo Yo en tu lugar; quiero que estés conmigo y con el Padre… Me emociono, gusto ser amado, divinizado…
Acción:
Vivir la alegría de que Jesús me haga hijo del Padre.
Hno. Javier Lázaro sc