Lectura: “Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado… Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano” (Mt 18, 15-17).
Meditación:
Si decimos que queremos a alguien, es preciso aprender a corregirlo fraternalmente. Siempre con caridad; porque buscamos su bien y no porque no aceptamos o nos molesta lo que hace. Supone valor y examinar nuestra conciencia, para ver que no estemos haciendo nosotros mismos lo que queremos corregir en los otros.
Primero, debemos rezar por la persona a la que queremos corregir; segundo, cultivar la actitud de humildad; tercero, buscar las palabras y el momento adecuado; cuarto, hacerlo en forma privada, en un lugar apartado; quinto, si soy corregido, aceptar lo que me dicen y no recusar; …
La corrección fraterna es un signo de amistad y potencia la comunión. Cuando somos corregidos, es preciso ser agradecidos y ver que lo que nos dicen es cierto, para ponernos en camino del cambio; confiando siempre en la gracia personal. Pidiendo perdón si con nuestras actitudes hemos molestado.
Oración: Señor, enséñame a ser caritativo, cuando corrijo al otro.
Contemplación:
-
Me creo superior a los otros, no permito que me corrijan… y camino en la oscuridad.
-
«Yo Soy manso y humilde de corazón… acepta la corrección».
-
Quiero escuchar y aceptar los errores, para cambiar.
Acción: Corregir en el tiempo y modo adecuado.
Hno. Javier Lázaro sc.
Deja una respuesta