Lectura: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: “Señor, ábrenos”; pero él os dirá: “No sé quiénes sois”» (Lc 13, 22-30).
Meditación:
Entrar por la puerta estrecha es buscar el encuentro personal con Cristo; es preciso superar la formalidad, el cumplimiento externo, la superficialidad… Jesús es la puerta, quiere mirarnos a los ojos y transmitirnos su vida. Para Él, cada uno somos únicos e irrepetibles y quiere nuestra amistad. Aunque caminamos en familia-comunidad, nos recibe en su Corazón llamándonos por nuestro nombre; pues sólo pertenecemos a Él, nos ha comprado con su Sangre.
No podrán entrar por la puerta de Cristo, los que eligen el pecado como forma de vida, los que no llevan el fuego de la caridad que los alumbra el camino, los que rechazan la ayuda de su gracia y no viven en su amistad.
Jesús nos desconoce cuando no anunciamos su Palabra, que es la clave, la llave que nos identifica con los sentimientos de su Corazón. Es preciso cultivar la intimidad con Cristo para que nos conozca y nos ame.
Oración: Señor, entra a mi corazón y déjame entrar al Tuyo.
Contemplación:
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Deseo llegar a Ti sin pasar por la Cruz… me da miedo el esfuerzo.
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«Yo te ayudo … déjame que te acompañe… busco tu amistad».
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Quiero que tomes mi corazón y sea tu morada.
Acción: Profundizar la amistad con Cristo.
Hno. Javier Lázaro sc.
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