Lectura: “Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!»” (Lc 10, 2-5).
Meditación:
Vemos la desorientación social que hay a nivel humano y espiritual. Se precisan mensajeros que abran a la esperanza y lleven la Paz, que es Cristo. La mies es la gente que busca el bien y la verdad; son muchos… pero no encuentran respuestas.
Cristo nos llama a ser sus mensajeros y a la vez que veamos las necesidades. Los otros despiertan en nuestro corazón los afectos que nos llevan a la fraternidad; son instrumento para vivir la comunión con Jesús, que es la Buena Noticia.
Sólo necesitamos ir en su Nombre; es preciso dejar otras aparentes seguridades, que en realidad confunde y no permiten visualizar a Cristo como el Reino. Como mensajeros, somos portadores de la Paz. Somos felices por confiar y ser dóciles el Espíritu que dirige nuestros corazones.
Oración: Señor, envíame donde quieras, soy tu mensajero.
Contemplación:
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Digo que busco dinámicas para anunciar el Reino… pero en realidad me anuncio a mí mismo…
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«Yo te envío en mi Nombre… te colmo de la Paz… que todos esperan».
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Quiero vivir en comunión contigo para vivir tu amor y anunciarlo.
Acción: Anunciar a Cristo.
Hno. Javier Lázaro sc.
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