Señor, eres mi Maestro, mi Dios y mi Rey

Meditación:

El hecho de ver a alguien debajo de la higuera, en el tiempo de Jesús, significa que estaba leyendo la Palabra de Dios. Se sentaban a la sombra para meditar y rumiar las Escrituras. Quiere decir que Natanael (Bartolomé), ya está en una búsqueda interior de la verdad, de Dios. El Espíritu también pone en nuestro corazón este deseo de Verdad y si correspondemos con la oración y el diálogo amoroso, Cristo responde, nos mira, nos llama y nos elige.

Bartolomé confiesa a Jesús como “Maestro” (rabí), “Hijo de Dios” y “Rey”. En un instante hace una declaración profunda. Partiendo desde la humildad, Él es el Maestro, lo sabe todo y estamos llamados a dejarnos guiar. Como Dios, es el principio eterno, que fundamenta nuestra vida. Como Rey, hacia Él ordenamos los deseos y voluntad.

Solo en Cristo encontramos las respuestas más profundas para nuestra vida. Necesitamos corresponder, para que pueda llenarnos de su amor y vivenciar lo más excelso, el gozo eterno de su amistad.

Oración: Señor, eres mi Maestro, mi Dios y mi Rey.

Contemplación: 

  • Me fabrico ídolos con pies de arena, no me dan nada… me quedo vacío…
  • «Yo Soy el principio y el fin; te amo eternamente… confía».
  • Quiero ser solo tuyo y te entrego mi vida.

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