Lectura: «En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles” (Lc 6, 12-13).
Meditación:
Jesús nos elige en la intimidad con el Padre; quien es nuestro Creador, también se ocupa de nuestra felicidad y nos llama a colaborar en la extensión de su Reino, forma de participar en su Vida divina. Cuando nos eligen y decimos que sí, también viene el Espíritu Santo, que nos ilumina, nos da la fuerza y nos infunde los sentimientos para sentirnos familia de Dios.
En el momento de hacer elecciones, Cristo lo hace en comunión con el Padre; en medio de la noche, en la oscuridad busca la unidad con el Padre y el Espíritu, no decide sólo; aunque es Él que tiene encomendada la misión.
La fecundidad de nuestro apostolado está en función de la comunión que vivamos con Jesús. No se puede medir por los números… se contagia por el fuego con que llevamos la Buena Noticia a los demás. Vivir en la alegría, es el indicador de que podemos encender el fuego de Cristo en los otros.
Oración: Señor, gracias por llamarme a encender el fuego de tu amor.
Contemplación:
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Busco cambiar el mundo… pero lo hago solo, a mi manera.
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«Yo te envío, vas en mi Nombre… te sostengo y fortalezco».
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Quiero vivir para Ti… ser tu testigo en el mundo.
Acción: Vivir en comunión con Cristo.
Hno. Javier Lázaro sc.
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