Lectura: «Jesús dijo de nuevo: «¿A qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó»” (Lc 13, 20-21).
Meditación:
El Reino de Dios es Cristo. Cuando lo seguimos con radicalidad, todo nuestro ser cambia interiormente; en apariencia sigue igual, no se ve… Pero nuestra presencia también hace que podamos cambiar la realidad que nos circunda; proponemos otros valores, desarrollamos la mirada compasiva, vivimos el gozo interior por la vinculación con Jesús. Hacemos lo mismo con una actitud y un espíritu diferente. Nos sentimos llamados a lo trascendente y llenos de la gracia divina.
La levadura en la masa, una vez mezclada no se ve, pero cambia toda la realidad; el Reino sólo nos pide que lo acojamos, pues el resto lo hace el Espíritu; no hace ruido y no busca el protagonismo. Cristo nos ha elegido como levadura en la sociedad en la que estamos insertos.
Sí es preciso que seamos auténticos, no acomodándonos a la realidad, pues entonces se degrada nuestro corazón y vivimos en la angustia de lo pasajero. Como bautizados tenemos un llamado a la santidad, que nos da la fuerza y la Luz del fuego del Espíritu.
Oración: Señor, haz de mí lo que quieras, eres mi Luz y mi Vida.
Contemplación:
-
Deseo cambiar el mundo, con mis criterios y fuerzas.
-
«Yo Soy la Vida y la Luz… deja que toque tu corazón».
-
Quiero que me transformes y me hagas tu instrumento.
Acción: Trabajar en silencio por Cristo.
Hno. Javier Lázaro sc.
Deja una respuesta