Lectura: “Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme». El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes»” (Mc 10, 21-22).
Meditación:
Esta persona quiere conquistar el Reino de Dios, pero sólo está habituado: a manejarse con las cosas (el dinero), a cumplir reglamentos (las leyes), a usar a las personas, a buscar la satisfacción inmediata en lo que hace… pero tiene la incapacidad para el encuentro consigo mismo, con los otros y con Dios.
El deseo de superación es bueno, pero necesita hacer la opción fundamental de encontrarse de corazón con Cristo. Podemos parecer exitosos en muchos ámbitos; pero llegamos a la realización personal cuando nos damos de corazón a los otros… Esto supone salir de sí mismos, dejar nuestro “yo” para pensar en el “nosotros”.
Jesús nos llama a su seguimiento, a su encuentro personal; ya nos está dando la gracia para vivir en su amistad. En esa relación personal unificamos el corazón y damos vida a los demás. Está en juego la confianza en Cristo y nuestra felicidad.
Oración: Señor, abre mi corazón, quiero seguirte y vivir en tu amistad.
Contemplación:
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Hago infinidad de cosas… pero me siento insatisfecho… pues no puedo darte el corazón.
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«Yo te llamo, deseo tu amistad… quiero llenarte de alegría».
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Libérame del frenesí del éxito… sólo necesito estar contigo.
Acción: Buscar el encuentro personal.
Hno. Javier Lázaro sc.
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