Lectura: “En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles” (Lc 6, 12-13).
Meditación:
Dios es comunidad de personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En forma constante se dan cada Uno a los Otros. Lo que hace Jesús (el Hijo) de subir al monte a hablar con el Padre, es expresión visible de lo que hace constantemente. Las tres personas viven en una comunión perfecta. Están dándose y acogiéndose mutuamente. Nosotros somos creados a su imagen y semejanza; para nuestra realización y felicidad, necesitamos darnos constantemente.
Jesús sube al monte, hace el esfuerzo de salir de la realidad cotidiana, de las urgencias y necesidades que le rodean. Considera primordial el encuentro íntimo; para luego, sí bajar y encontrarse con las personas de su tiempo, eligiendo a los discípulos, que son enviados en su Nombre a llevar la Buena Noticia.
Nosotros hemos sido llamados, primero al encuentro personal con Cristo, que unifica nuestro corazón, para poder darnos a los otros en el servicio y la entrega. La comunión, la oración con Cristo es la escuela del diálogo con los hermanos.
Oración: Señor, haz que vaya a tu encuentro y acoja a los hermanos.
Contemplación:
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Siempre tengo algo que hacer y me olvido de lo importante… tu amistad.
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«Yo te espero, quiero comunicarte mi amor… enviarte en mi Nombre».
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Quiero ser tuyo… vivir para Ti. Líbrame del activismo…
Acción: Tener tiempos de oración.
Hno. Javier Lázaro sc.
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