Lectura: “El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos” (Mt 13, 47-49).
Meditación:
El mensaje del Reino nos alcanza: Dios es Padre de todos, sin embargo no todos corresponden a su amor. Por eso, como se trata a los peces, los buenos se recogen en cestos para luego llevarlos a participar en la mesa del banquete fraterno; así se convierten en presencia y alegría del Padre.
Los buenos se salvan junto con otros. Aunque la acción siempre es del Espíritu, necesita la libertad gratuita de nuestro corazón para hacer el bien. La forma de arrastrarnos es el amor infinito que nos atrae y seduce a su seguimiento.
Los buenos se juntan en el cesto de la fraternidad, donde ya se vive plenamente la caridad, dejando que Cristo esté entre nosotros. Los malos se van solos, pues no soportan la luz de la bondad divina. Nuestra vocación es vivir la perfecta unidad y alegría junto al Padre.
Oración: Señor, haz que me seduzca tu verdad y viva la caridad.
Contemplación:
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Me dejo seducir por lo fácil y agradable… soy victima del individualismo y la tristeza.
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«Yo te llamo a mi amistad y fraternidad».
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Quiero seguirte, buscar solo el bien y la verdad.
Acción: Vivir de la caridad.
Hno. Javier Lázaro sc.
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