Lectura: “En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza; «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre» Lc 4, 33-35.
Meditación:
El mal espíritu también dice algunas verdades para confundirnos. Reconoce a Jesús como el Santo de Dios, pero a la vez posee o domina a un hombre… Para reconocer que algo viene de Dios es preciso que nos lleve hacia Él y nos impulse hacia el bien. El espíritu impuro, mezcla la verdad y la maldad…
Jesús no negocia con la mentira, manda callar al mal espíritu. Nosotros perdemos muchas batallas contra el pecado, porque dialogamos con el mal y nos autocomplacemos con sentimientos del mal espíritu. Es preciso ser radicales en este sentido. Nunca jugar con la mentira, pues quedaremos esclavizados.
No es tan importante lo que sentimos, pues nos podemos autoengañar… Sólo ponemos la mirada en Cristo y en lo que espera que hagamos, pues ahí encontramos la fuerza para la realización personal. La verdad de Cristo nos libera de los espejismos, nos llena de paz.
Oración: Señor, ilumina mi corazón, haz brillar tu luz en mí.
Contemplación:
- El mal se me presenta atractivo, en medio de algunas cosas buenas…
- «Yo Soy la Verdad… discierne lo que percibes y lo que sientes».
- Quiero elegir y seguir solo el bien que Tú me propones.
Acción: Elegir solo el bien.
Hno. Javier Lázaro sc.
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