Señor, lléname con tu presencia

Meditación:

Jesús está presente entre nosotros; lo creemos y lo celebramos en la liturgia. Vemos en la Misa, como el sacerdote al entrar besa el Altar, pues Cristo está presente, se está entregando constantemente al Padre, que lo ama resucitándolo. El altar no es una simple mesa, nos recuerda la Alianza de Cristo con su Iglesia.

Lo mismo podemos decir el ambón, donde se lee la Palabra de Dios exclusivamente. Al escuchar las lecturas de las escrituras, recibimos el aliento divino, que nos abre a la esperanza, alimentamos el corazón, podemos gustar lo que nos dice…

Al mirar el firmamento, el cielo, recordamos al Padre que nos espera. Todos estos signos, nos hablan de otras realidades interiores: nuestro corazón es un Altar, donde constantemente nos ofrecemos a Dios; nuestra boca es la del profeta, que anuncia el amor de Jesús; nuestra mirada desprendida de lo pasajero y fija en lo eterno, es luz de esperanza.

Oración: Señor, lléname con tu presencia, soy tuyo.

Contemplación: 

  • Leo la realidad literalmente y pierdo la belleza de la entrega que representa.

  • «Yo me comunico en lo profundo de tu corazón… déjate sorprender».

  • Quiero contemplarte y vivir en la alegría de tu presencia.

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