Lectura: “El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por lugares áridos, buscando un sitio para descansar, y, al no encontrarlo, dice: «Volveré a mi casa de donde salí»” (Lc 11, 23-24).
Meditación:
Jesús nos habla de estar vigilantes ante las acciones del demonio. Siempre va a seguir insistiendo para robarnos el corazón y dominarnos. Lo hará con formas sutiles, con apariencia de bien. Es preciso discernir y actuar con determinación, apartándonos de las ocasiones o tentaciones que nos llevan al pecado. El maligno es el padre de la mentira, por tanto, siempre nos va a tratar de engañar para esclavizarnos.
Nuestro corazón sólo le pertenece a Cristo; nos ha comprado con su Sangre. Nos ha asociado a su Cruz y Resurrección; cada contrariedad que nos llega, unidos en la lucha a la Cruz de Jesús tiene un valor infinito; pues venceremos y nos hace vivir resucitados o transfigurados.
La tentación es insistente, es preciso decir no cuando todavía somos conscientes y tenemos la fuerza para elegir. No debemos dar un solo paso, aunque todavía no sea malo, cuando sabemos que nos conducirá al pecado. Cristo siempre nos da la gracia.
Oración: Señor, no me dejes caer en la tentación y líbrame del mal.
Contemplación:
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Me creo muy seguro y autosuficiente… pero quedo envuelto por el mal…
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«Yo te doy mi fuerza… busca siempre el bien».
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Quiero caminar siempre en tu luz.
Acción: Rechazar las tentaciones con firmeza desde el primer momento.
Hno. Javier Lázaro sc.
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