Lectura: “«¿Cómo es que ahora hay cizaña en él? Él les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo». Los peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?». «No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha,…” (Mt 13, 27-30).
Meditación:
Dios siembra en nuestro corazón la semilla buena de su Reino (la paz, la alegría, la verdad, la bondad, el perdón…). Pero percibimos otros sentimientos que vienen del maligno y que con frecuencia sembramos nosotros mismos, dejándonos llevar por: la envidia, el creernos superiores a los demás, la ira, fantasías irracionales, la falta de agradecimiento, la pérdida del tiempo, la sensualidad …
Todos necesitamos cuidar el corazón; es el seno donde recibimos la vida divina, que nos fecunda. Todos podemos dar frutos buenos y abundantes. Pero cuando percibimos la división interior, es preciso tener paciencia y aceptarnos tal como somos. Reconociendo que somos débiles y necesitamos gracia divina.
Hay problemas sociales existenciales, que no compartimos, pero estamos llamados a aprender a convivir; con la certeza de que nos obligan a: ser más fuertes, a crecer afectivamente, a profundizar la formación y a vivir con la certeza de que Cristo tiene la última Palabra.
Oración: Señor, líbrame del mal, no me dejes caer en la tentación.
Contemplación:
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Me siento dividido interiormente, hago el mal que no quiero…
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«Yo Soy tu fortaleza. Ven a Mí, confía. Mi gracia te basta».
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Quiero vivir para Ti, ayúdame a cuidar mi corazón… dame paciencia.
Acción: Rechazar el mal.
Hno. Javier Lázaro sc.
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