Lectura: “Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían: «Tú eres el Hijo de Dios». Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías” (Lc 4, 40-41).
Meditación:
Al ponerse el sol, significa que cuando se acaban las posibilidades humanas, todavía tenemos a Cristo, que es el nuevo Sol. Por su resurrección ya nunca más se oscurece, está dispuesto a curar todas las dolencias. Es preciso dejar que nos toque por la mirada de la fe y la confianza absoluta en su poder.
Lo que es imposible para nosotros es posible para Dios. Es preciso dejar que Reine en nuestros corazones. No podemos pretender comparar la realidad espiritual con lo material o lo que es fruto de las capacidades humanas. Por eso Jesús no deja hablar a los espíritus del mal, aunque digan algunas cosas buenas.
En nuestro camino siempre vamos a tener momentos de oscuridad o de duda; pero es preciso confiar, despertar la esperanza en Cristo. Él ahora también cambia nuestra realidad humana, nos hace los elegidos del Padre, los amados.
Oración: Señor, orienta mi corazón hacia Ti, que nada me aparte de tu amistad.
Contemplación:
-
Tengo muchos conocimientos… pero comparados con la sabiduría divina, no son nada.
-
«Yo Soy tu Luz, deja que siempre ilumine tu realidad, confía».
-
Quiero tener la mirada fija en Ti, tócame y sáname.
Acción: Despertar siempre la confianza.
Hno. Javier Lázaro sc.
Deja una respuesta