Señor, ¡qué bien estoy en tu presencia!

Meditación:

Jesús va al encuentro con el Padre y el Espíritu Santo. Aunque siempre están en perfecta unidad las tres personas de la Trinidad, Cristo sale de la actividad habitual, sube (hace un esfuerzo) a la montaña, signo de la transcendencia. En un instante deja ver un poco la belleza de su divinidad; es un momento sublime de comunión y profunda intimidad.

El color blanco es símbolo de Cristo, Luz, esplendor que se irradia constantemente sobre nosotros para que caminemos en su presencia. Los discípulos quedan sorprendidos, ascienden, participan del amor Trinitario. Jesús con este gesto nos llama también a ir a su encuentro en la oración, aunque tengamos muchas tareas o nos cueste.

Sólo a la Luz de Cristo podemos encontrarnos, saber quienes somos. Elías y Moisés, simbolizan la profecía y la ley; que ahora nos compromete a nosotros, pues todos estamos llamados a extender el Reino ante los demás viviendo la ley del amor.

Oración: Señor, ¡qué bien estoy en tu presencia, dame tu Luz!

Contemplación:

  • Me dejo llevar por las urgencias y postergo el encuentro íntimo con Cristo.
  • «Yo te espero, te abro mi Corazón… recibe mi Luz y mi amistad».
  • Quiero permanecer unido a Ti, mantén el cordón umbilical.

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