Lectura: “«Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican». Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: «Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación” (Lc 11, 28-30).
Meditación:
La Palabra de Jesús siempre es nueva, pues nos renueva interiormente, nos infunden vida, nos llama a corresponder, siguiendo su Camino. Cuando escuchamos con un corazón abierto a la conversión, realiza lo que dice y nos pone en comunión, nos da unidad.
Estamos cansados de los discursos y la verborragia de tanta gente, que sólo busca su propio interés; entonces exigimos obras, hechos concretos. Pero no es el caso de Jesús; pues hace lo dice y sólo busca la voluntad del Padre. El gran signo que realiza Cristo, además de venir a la tierra, es su muerte y resurrección.
Por eso, cuando hace referencia a Jonás, que estuvo tres días en el vientre de un pez, en realidad está hablando de que al tercer día de su muerte resucita y nos infunde su vida, nos llama a vivir en su familia.
Oración: Señor, haz que escuche tu Palabra y responda a tu llamado.
Contemplación:
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Sigo las noticias y escucho a los líderes… pero nadie me llena…
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«Yo Soy la Palabra del Padre… escucha y busca su voluntad».
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Quiero educar mi corazón y escuchar tu voz.
Acción: Guardar la Palabra de Cristo y seguirla.
Hno. Javier Lázaro sc.
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