Lectura: “Jesús los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: «No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir.»” (Lc 9, 2-4).
Meditación:
La forma de pertenecer y vivir el Reino de Dios es anunciarlo a los demás. Recibimos una Luz, que es preciso que encienda otros corazones para que se encuentren con Cristo y vivamos la fraternidad. El Reino lo viviremos en plenitud en el cielo, pero para llegar es preciso anunciarlo con el testimonio ahora.
No busquemos medios materiales, que en cierto modo serán un estorbo y seguro que nos distraen en la misión. La única riqueza que es preciso llevar es la amistad con Cristo. Sólo cuando vivimos en comunión con su Corazón, podemos despertar el deseo de conocer y acoger el Reino.
Jesús nos pide establecer vínculos firmes con los que lo acogen, esto supone vivir en la fraternidad. Sin creernos superiores o mejores. Es Cristo quien nos santifica a todos. La hora de partir es la de la muerte, para gozar eternamente en el gozo del Banquete Celestial.
Oración: Señor, transforma mi corazón, para que sea tu mensajero.
Contemplación:
-
Me rodeo de medios o cosas para anunciar el Reino… pero me olvido de vivir tu amistad.
-
«Yo Soy quien te llama… solo ve en mi Nombre».
-
Quiero vivir tu amor y llevarlo a todos.
Acción: Transmitir la alegría de vivir la amistad con Cristo.
Hno. Javier Lázaro sc.
Deja una respuesta