Lectura: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?». Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes… El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él»” (Jn 6, 52-56).
Meditación:
Jesús nos puede dar a comer su Cuerpo porque: se abaja a nuestra realidad concreta, se hace Hombre, nos comunica su Palabra, nos transmite su aliento divino, se ofrece como oblación al Padre por nuestro amor, es la víctima que nos rescata del pecado, como el trigo se deja moler por el dolor, nos da sed de su amistad, …
Al comer el Cuerpo de Cristo: nos unimos a Él, nos transforma interiormente, nos da sus sentimientos, nos injerta en su Cuerpo, recibimos su Vida, podemos mirar a Dios como Padre, nos sentimos hijos, nos hace sus hermanos, vivimos la unidad de la familia, nos da la vida eterna…
Permanecemos en Cristo cuando: buscando su mirada, guardando silencio para poder escucharlo, ensanchando el corazón para que sólo esté Él, viviendo la alegría del amor que nos da, ayudando con caridad a los otros en su Nombre, despertando constantemente el agradecimiento y la alabanza.
Oración: Señor, quiero que vivas en mí, solo soy tuyo.
Contemplación:
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Tengo dividido el corazón, pues me he fijado muchas prioridades y me olvido de Ti.
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«Yo Soy el más íntimo, te sostengo y unifico».
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Quiero que seas el centro de mi corazón.
Acción: Estar con Cristo Eucaristía.
Hno. Javier Lázaro sc.
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