Lectura: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!” (Lc 13,34).
Meditación:
Jerusalén era la ciudad santa, símbolo de la presencia de Dios entre el pueblo; el rey David la había constituido como capital de Israel buscando la unidad del culto, pues solo hay un Dios. Pero los judíos rechazan a los profetas que anuncian la Palabra de Dios. Y Jesús llora ante Jerusalén pues trata de que se convierta, tiene un trato maternal… como la gallina esconde a sus pollitos bajo sus alas… Nos entrega su Vida.
Ahora Jesús ha puesto su morada en nuestro corazón, se comunica de Corazón a corazón; es el más íntimo a nosotros mismos, nos quiere llenar con su presencia…Pero con frecuencia ignoramos su presencia; estamos muy preocupados y centrados en nuestro “yo”: en la realización personal, en buscar seguridades, en la autocomplacencia…
Estamos llamados a despertar del narcótico de miedo, del deseo triunfalista, de la cultura de la imagen, del hedonismo… Para establecer una relación personal, íntima con Cristo… en lo cotidiano, en lo simple… donde hacemos ofrenda de nosotros con los afectos y el servicio.
Oración: Señor, quiero vivir contigo y servirte con humildad.
Contemplación:
- Busco ser “yo”, ignorando tu presencia en mí… pierdo el sentido.
- «Yo te doy la Vida… y quiero que realices la libertad viviendo la amistad conmigo».
- Cuida mi corazón… soy tuyo para siempre.
Acción: Dejar obrar al Espíritu en mí.
Hno. Javier Lázaro sc.
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