Lectura: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno!¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro y así quedará limpia también por fuera” (Mt 23, 25-26).
Meditación:
Muchos pensamos que, porque los otros nos ven bien o nos halagan, ya está todo. Pero es posible que en el interior estemos desordenados, que nuestro corazón esté dividido y herido por: la envidia, la vanagloria, la lujuria, el consumismo, la ira,… Cada uno podemos monitorear nuestro interior y vernos. Las dificultades que sufrimos, en la mayoría de los casos se deben a nuestra falta de paz en nuestra conciencia.
La copa es nuestro corazón, donde guardamos los recuerdos, algunas veces agradecidos de sabernos amados, pero otras veces recordamos cosas propias de una memoria enferma. Nos olvidamos que nuestro corazón está hecho para Dios; y lo orientamos hacia nuestros proyectos personales construidos sobre arena.
La conversión y el arrepentimiento, la acción de gracias y la alabanza, la mirada de fe y confianza en el Espíritu, nos ayudan a sanarnos. Entonces podemos gustar la paz interior y la alegría, practicando la caridad hacia los otros. Siempre es preciso profundizar la comunión con Cristo.
Oración: Señor, sana mi corazón, enséñame a ayudar con caridad.
Contemplación:
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Me dejo llevar por la imagen y me olvido de mi interior… pero no soluciono nada.
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«Yo doy la Vida por ti… deja que te sane. Ven a mí».
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Soy tuyo, mi corazón en el tuyo…
Acción: Buscar con humildad a Cristo.
Hno. Javier Lázaro sc.
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