Lectura: “Vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo: «En verdad os digo que esa pobre viuda ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir»” (Lc 21, 2-4).
Meditación:
Jesús busca nuestro corazón; quiere que nos entreguemos por entero; sólo así nos puede colmar de su amor. Es preciso hacernos pobres, renunciar a nuestras seguridades, vivir desprendidamente de las cosas materiales, liberarnos interiormente de afectos desordenados… Para tener la libertad de acoger a Cristo y gustar su amistad. Él lo quiere todo y somos felices en la medida que dejamos que obre en nuestro interior.
Cuando nos damos por entero, nos abrimos a la esperanza, empezamos a confiar en la providencia divina y deseamos que en todo se cumpla su voluntad; que es infinitamente superior a todos nuestros deseos y proyectos.
Cuando nos abrimos a la acción del Espíritu, salimos de nosotros mismos y ponemos la mirada en Cristo. Es entonces, cuando conquistamos la plena libertad, pues aspiramos a lo grande, lo sublime, lo espiritual, lo que no pasa, lo eterno. Es preciso aprender a confiar recordando que en nuestra biografía siempre somos amados.
Oración: Señor, te entrego todo, solo soy tuyo para siempre.
Contemplación:
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El cuidado de lo pasajero… me insume mucho esfuerzo y me cierro a lo eterno.
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«Yo acojo el don de tu corazón… y te doy la vida eterna».
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Quiero vivir solo para Ti.
Acción: Vivir con sobriedad y desprendidamente.
Hno. Javier Lázaro sc.
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