Lectura: “Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá… Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: «El Maestro está aquí y te llama»». (Jn 11, 24-28).
Meditación:
Jesús va a Betania a resucitar a su amigo Lázaro, que hacía cuatro días había muerto; pero primero habla con sus hermanas, pues les tiene que despertar la mirada de fe. Algunas veces llevados por sentimentalismos, otras por supersticiones, reducimos la resurrección final a una idea, cuando en realidad necesitamos que sea una convicción profunda.
El crecimiento en la fe necesita una adhesión personal a la verdad, que nuestra razón no alcanza. Es un don del Espíritu; pero además Jesús realiza una tarea pedagógica hablando primero con Marta en forma personal y luego con María.
Es en la intimidad donde Dios nos comunica los principios que nos sostienen, para luego celebrarlos en comunidad. Necesitamos docilidad para dejarnos enseñar, asumir que vamos a resucitar, que nuestro destino es eterno, junto al Padre, los ángeles y todos los que han vivido la caridad.
Oración: Señor, Tú eres la Resurrección y la Vida.
Contemplación:
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Estoy muy ocupado… no me detengo a pensar en lo eterno, solo busco compensaciones del momento.
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«Yo Soy la Resurrección… deseo que estés en el banquete celestial eternamente».
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Quiero vivir eternamente y celebrar tu gloria.
Acción: Recordar que soy peregrino al Cielo.
Hno. Javier Lázaro sc.
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