Señor, tu Palabra me da vida y es la luz de mi Camino.

Lectura:

««Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás». …«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman «nuestro Dios». «Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy»”  (Jn 8, 51-58).

Meditación:

Guardar la Palabra de Jesús es seguir lo que nos dice y además entrar en comunión íntima con Él. La Palabra nos comunica la voluntad divina, nos ayuda a orientar la libertad personal, haciendo del querer de Dios nuestro camino.

La Palabra nos comunica el aliento divino; a su vez, nos habla de la intimidad del Padre. Jesús es el enviado del Padre; por Él ya se nos ha comunicado todo lo que nos tenía que decir Dios. Ahora nos toca a nosotros vivir esta Palabra, alentados por el Espíritu Santo.

Jesús es engendrado por el Padre, existe eternamente. Es anterior a los profetas y a Abraham. Su única referencia es el Padre y el Espíritu Santo. Nosotros al reafirmar su amor nos llenamos de su Vida. Dar gloria a Dios es una forma de dar testimonio de su infinita bondad y misericordia.

Oración:

Señor, tu Palabra me da vida y es la luz en mi Camino.

Contemplación:

Jesús veo mi corazón que busca la valoración de los otros; Tú sólo te ocupas de glorificar al Padre… Renuncia a los halagos humanos… cuando te agradecen algo, da gloria a Dios, no te engrías… Haz que busque tu Palabra… tu aliento divino.

Acción:

Rumiar la Palabra de Dios.

Hno. Javier Lázaro sc

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