Lectura: “Iba Jesús caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios,…” (Lc 8, 1-2).
Meditación:
Jesús con su presencia hace realidad el Reino de Dios, allí donde le permitimos estar y acogemos su propuesta. El Reino está aquí y ahora; no es algo que canta las victorias del pasado o el juicio del futuro. El Reino nos habla de una realidad en nuestros corazones, que nos lleva a la conversión.
Cristo es quien vive el Reino en plenitud, por su entrega total, en la muerte y resurrección; pero en la medida que acogemos su propuesta también gustamos el gozo y la paz que supone. Por esto lo acompañan en su vida pública, aquellos que luego lo vivencian su presencia resucitada.
El Reino nos convierte a todos en apóstoles, nos impulsa a llevar la Buena Noticia. El Reino ordena nuestros afectos, nos da fuerza en las tentaciones para vencer el mal y nos permite confiar plenamente en la misericordia. Nos convierte en anunciadores alegres de la Verdad.
Oración: Señor, venga a nosotros tu Reino. Quiero vivirlo ahora.
Contemplación:
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Mi historia personal está jalonada de muchas caídas y miedos al futuro…
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«Yo te traigo mi Reino… para que lo vivas desde ahora con confianza y alegría».
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Quiero seguirte, anunciar tu Palabra, ser tu testigo.
Acción: Hacer presente el Reino ahora.
Hno. Javier Lázaro sc.
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