Evangelio del día – Domingo XXIII Ord Lc 14, 25-33
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío» (Lc 14, 25-27).
Dialogamos con Jesús:
- Gracias Señor porque tu amistad ordena los afectos de nuestro corazón, nos da la fuerza para seguirte y ser libres.
- Yo Soy el que los llamo, tengo la iniciativa; miro a los ojos y hago resonar mi voz en sus corazones. Necesito que respondan que sí.
- Queremos seguirte, pero somos débiles; con frecuencia estamos atados a situaciones de desorden: damos más importancia a lo temporal que a lo eterno; nos dejamos llevar por lo más superficial antes que por lo profundo e íntimo.
- Yo los he elegido y les enseño a amar a su familia con un afecto nuevo, con amor que les lleva a la plenitud. Es parte del crecimiento de la dimensión de la sexualidad, que siempre supone entrega y servicio a los demás.
- Por eso nos invitas a cargar con la cruz, nos enseñas a seguirte. Tu Cruz es una referencia de amor total.
- Yo los llamo y les doy la gracia, para que puedan seguirme con determinación. Esto exige perseverancia y les llena de alegría interior.
¿He aprendido a posponer mis gustos para ser feliz?
¡Jesús, dame la gracia de seguirte!
En unión de oraciones,
Hno. Javier Lázaro sc
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