Nuestro ideario

Nuestro ideario es una invitación a abrazar un estilo particular de vivir y de educar, tanto para quienes ya forman parte de nuestras comunidades como para quienes se integran a ellas.

Constituye un instrumento indispensable para asumir el desafío de nuestra misión. Y como tal, se espera que todos -equipo directivo, docentes, alumnos y padres- se esfuercen por vivir conforme a sus principios, a efectos de asegurar la armonía y eficacia en la acción educativa.

¡Te compartimos algunos conceptos clave de este documento!

Formar parte de nuestro Colegio es creer en el amor de Dios, vivir de él y difundirlo: contribuir a la evangelización principalmente a través de la educación de niños y jóvenes.

Entendemos la educación como un servicio de sabiduría, entrega y sacrificio.

Como colegio católico, asumimos la Doctrina de la Iglesia que trasmite una concepción específica e integral del hombre, del mundo y de la historia.

Toda persona precisa encontrar el sentido de su existencia en la conciencia de su propia identidad. Entonces, podrá dar razones de ella y expresarla en un proyecto de vida que adquiere su plenitud en relación con Dios y con los demás.

Tenemos una única razón de ser, decir a cada niño y joven que:

  • la fraternidad es posible;
  • el mensaje del Evangelio es verdad y vida;
  • Dios camina con nosotros, aquí, ahora… ¡y para siempre!

Los valores que nos unen, y en los que nos reconocemos, encuentran su fundamento y plenitud en el Corazón de Jesús. Dios, como comunión de amor, garantiza nuestro llamado a ser comunidad y augura unidad en cada uno de nuestros centros educativos.

Compartimos con los profesores seglares la responsabilidad de la formación académica, moral y religiosa de los alumnos. Creamos un clima de comprensión y de entrega que despierta en los niños y jóvenes el sentido comunitario y el deseo de compromiso.

Nuestro estilo educativo se sustenta en la convicción de la bondad que encierra el corazón humano y en la capacidad para abrirse a dar y recibir amor. Nuestra acción nace de la confianza y la tiene siempre a ella como criterio de discernimiento, incluso cuando debemos poner límites y proponer cambios personales y grupales. 

El proceso educativo promueve en cada persona la síntesis entre fe y cultura, fe y ciencia, fe y vida. En esta integración nada pierde su lugar: todas las asignaturas e innovaciones pedagógicas, como las orientaciones oficiales y los cambios en la legislación educativa, encuentran su justa medida y sentido último cuando son ordenados desde el deseo de promover el encuentro del Corazón de Jesús con el corazón del hombre.

Estamos llamados a cultivar una “espiritualidad de la comunión” que se expresa en sencillos gestos de acogida mutua, en esfuerzos concretos por mejorar nuestra comunicación, en procesos de discernimiento compartido para integrar en nuestras decisiones y acciones los criterios de Dios.

Quienes trabajan en un centro educativo corazonista, quienes lo eligen para sus hijos y quienes se educan en él tienen un don irremplazable para compartir, de modo que todos lleguemos a sentirnos en casa.

Buscamos un desarrollo de la persona que integre inteligencia, voluntad y afectividad en todas las dimensiones de la vida: corporal, intelectual, psicológica, social y trascendente. Valoramos sus capacidades y talentos, así como su posibilidad de cambio y mejora. Asumimos que cada persona es única e irrepetible.

La dimensión solidaria impregna toda la vida de la comunidad educativa: en el crecimiento de los demás encontramos motivos para nuestro crecimiento personal.

Está puesta en:

  • abrir a cada alumno nuevos horizontes de comunión en trascendencia;
  • contribuir a una sociedad cada día más humana y justa, donde cada uno encuentre su lugar;
  • saber que -a pesar de nuestras limitaciones y defectos- es Dios quien habla al corazón de cada hombre y quien va construyendo su Reino con nuestra pequeñez.

¿Querés conocer el ideario de nuestros centros educativos?