Evangelio del día – Jueves XXIV Ord Lc 7, 36-50
“Una mujer que había en la ciudad, una pecadora, …, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume” (Lc 7, 37-38).
Dialogamos con Jesús:
- Gracias Señor porque nos das la posibilidad de llorar por nuestros pecados. Aceptas nuestro dolor por ofenderte y degradarnos como hijos del Padre.
- Yo acojo a todos. Rechazo el pecado, pero amo al pecador; doy mi vida por él. No quiero que nadie se pierda; pero necesito corazones arrepentidos que acepten que son amados.
- Gracias porque nos das tu Espíritu para que venzamos los respetos humanos y nos acerquemos a Ti. Líbranos de juzgar a los otros.
- Yo regalo el perdón y sano los corazones. Acepto los afectos que me dirigen; acojo lo que me puedan dar, por simple que sea.
- Haz que nuestro testimonio sea el perfume, que sin hacer ruido y hacerse ver, llegue a los demás, ayude a orientar a la alabanza y el agradecimiento.
- Yo interpreto los sentimientos, representados en los cabellos, que buscan acoger los anhelos más profundos de mi Corazón.
- Ayúdanos a expresarte lo que sentimos, despierta nuestros afectos hacia Ti; que siempre nos desahoguemos en tu presencia y sintamos como nos regalas la Paz.
¿Puedo expresar mis afectos de cariño hacia Jesús?
¡Jesús, enséñame a expresarte mi amor!
En unión de oraciones,
Hno. Javier Lázaro sc
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