Evangelio del día – Miércoles XXII Ord LC 4, 38-44
“Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían: «Tú eres el Hijo de Dios». Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías” (Lc 4, 40-41).
Dialogamos con Jesús:
- Gracias Señor porque eres nuestro Sol, siempre estás presente. En la oscuridad de las dificultades podemos recurrir a Ti.
- Yo Soy la Luz; curo todas las dolencias. Necesito que confíen y me dejen tocar su corazón.
- Con frecuencia estamos mal y no sabemos qué nos pasa. Pero sin duda, lo que más tiraniza es el pecado; líbranos de esta esclavitud.
- Yo veo su interior; estoy ahí, no les abandono nunca; aunque Uds. no se acepten a sí mismos, Yo los amo desde siempre.
- Tú eres el Mesías, el Ungido, el predilecto del Padre. Pero nos has unido a tu Cuerpo; somos Uno contigo (sin perder la individualidad).
- Yo les pido que me confiesen con el Corazón; no sólo con los labios. Quiero que vivan con la dignidad de hijos del Padre y que sean mis hermanos.
- Ayúdanos a superar la división interior; que nuestras palabras y obras estén orientadas sólo hacia Ti.
- Proclamen al mundo entero que Yo he vencido todo mal; no se dejen aturdir por las dificultades.
¿Voy hacia a Jesús y dejo que toque mi corazón?
¡Jesús, eres mi Salvador!
En unión de oraciones,
Hno. Javier Lázaro sc
comentarios cerrados