Lectura:
“Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon… Por último, les mandó a su hijo…” (Mt 21, 34-37).
Meditación:
Jesús nos ha confiado el cultivo de su viña, la extensión de su Reino. Nos envía a llevar la Buena Noticia a todo el mundo. Pone todo el cuidado de que esta viña produzca fruto abundante. Pero con frecuencia, vivimos para nosotros mismos y no damos frutos.
Son muchos los que se acercan, enviados por Dios, buscando que los ayudemos a participar y gustar la bondad divina; pero nuestra falta de caridad nos hace totalmente infecundos y además maltratamos, confundimos, no ven en nosotros testigos de Cristo; rechazamos la gloria de Dios.
La falta de correspondencia a la gracia divina, hace que el corazón se vuelva árido e inhóspito para Dios y los otros. Llega el momento en que ya nos sentimos extraños en la viña y la abandonaremos, nos separamos de la amistad con Jesús. Nuestra vocación más profunda es vivir para amar.
Oración:
Señor, haz que mi vida sea continua ofrenda a Ti.
Contemplación:
Jesús, confías en mí… me das tu viña… Tú mismo me has injertado a tu Corazón, para que dé los mejores frutos… Ves como soy egoísta y vivo para mí…Me pones cerca a personas que me necesitan, vienen en tu Nombre…Gusto como el servicio se convierte en alegría.
Acción:
Servir a los que me envías.
Hno. Javier Lázaro sc