Lectura:
“Ella respondió: «¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!». Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!». Y en ese momento su hija quedó curada” (Mt 15,27-28).
Meditación:
Jesús camina fuera del territorio de judíos y una mujer samaritana le pide que cure a su hija. Jesús prueba la fe de esta mujer, que insiste y persevera, pidiendo con humildad, adoración y con gritos desde lo más hondo de su corazón. Su súplica no es una formalidad, hace conmover el corazón de los discípulos y de Dios.
Jesús se admira de la fe que le tiene la extranjera; es su confianza la que posibilita que realice el milagro. Se da cuenta que el amor de Dios es infinito; sólo pide una migaja. Entiende lo importante que es la Palabra cuando la acogemos con un deseo de entrega y confianza.
Aunque Jesús hace una comparación con los perros, la mujer no se ofende; al contrario, se hace más humilde, se compara con los cachorros… pero que están muy cerca de la mesa del Señor. Entonces Jesús la eleva al plano de hija amada.
Oración:
Señor, enséñame a orar con humildad y perseverancia.
Contemplación:
- Algunas veces estoy desanimado… pues sólo confío en mis posibilidades humanas,… vivo la inmadurez de la fe y afectiva.
- Yo te doy mi fuerza y mi vida… confía.
- Ayúdame a descubrirte a mi lado y que busque alimentarme con tu Palabra y Cuerpo.
Acción:
Orar desde lo más hondo del corazón.
Hno. Javier Lázaro sc