Lectura:
“«Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados». Algunos escribas pensaron: «Este hombre blasfema. Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: «¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: «¿Tus pecados te son perdonados”, o “Levántate y camina”?” (Mt 9, 2-5).
Meditación:
Jesús recibe a un paralítico, que es llevado por otros. La fe de quienes nos rodean nos ayuda a acercarnos a la misericordia divina. La fe que es un regalo del Espíritu, es para vivirla personalmente, pero también para acompañar a otros; y entonces también se acrecienta.
La parálisis corporal es evidente, pero Jesús ve el corazón y primero le perdona los pecados. Él sana el vínculo interior, con Dios y los otros; luego le cura para que pueda caminar. El andar es un medio para ir hacia o con los demás; pero más importante es la actitud interior, el deseo de encuentro, la mirada acogedora… que queda ofuscada por el pecado.
Para Jesús es fácil sanarnos corporalmente y perdonar los pecados por su infinita misericordia. Pero lleva un orden, primero cuida el corazón; no se deja llevar por apariencias o el emotivismo… primero nos llena de su paz y alegría. La vida santa hace bueno todo lo demás.
Oración:
Señor, perdona mis pecados, ten misericordia de mí.
Contemplación:
- Me ocupo de la salud corporal… pero descuido mi alma… no cuido la amistad con Cristo.
- Yo sano tu corazón… Entrégame tus debilidades… Soy tu fortaleza y te santifico.
- Perdona mis pecados… haz que camine en libertad, para amar y ser tuyo.
Acción:
Pedir perdón por mis faltas.
Hno. Javier Lázaro sc