Señor, dame tu Espíritu para que acoja tu Palabra

Lectura:

“Jesús le respondió: «Felipe… El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras” (Jn 14, 9-10).

Meditación:

Jesús se ha hecho cercano e íntimo a nuestro corazón; el peligro está en trivializar la relación e ignorarlo. Necesitamos hacer silencio interior y exterior, ponernos a su escucha, que nuestros afectos estén orientados hacia Él; sólo así podemos vivenciar su presencia y gustar su Palabra.

Permanecer con Cristo es estar también con el Padre y el Espíritu Santo, entrando en diálogo con cada una de las personas divinas; entonces nos sentimos de la familia divina y vivimos de la confianza en su cuidado amoroso. Es preciso trabajar y ocuparnos de otras tareas, pero sin perder esta comunión, que está llamada a ser eterna.

Cristo nos transmite la Palabra del Padre; ahora estamos llamados a llevar la Palabra a los otros, ser sus testigos. Que todo nuestro hablar ante los demás sea ejemplificador y con referencia al Padre del cielo.

Oración:

Señor, dame tu Espíritu para que acoja tu Palabra.

Contemplación:

  • Hago muchas cosas buenas, me agito, estoy cansado, me falta referir todo a Ti…
  • Yo Soy la Vida; a todo le puedes dar un sentido nuevo… descansa, gusta mi Palabra…
  • Quiero que mi corazón permanezca en el tuyo; sólo quiero trabajar para tu gloria…

Acción:

Purificar mi intención frecuentemente. 

Hno. Javier Lázaro sc

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