Señor, envíame donde quieras, soy tuyo.

Lectura:

“Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. (Mt 10, 11-12).

Meditación:

Jesús nos envía a anunciar su Reino a todo el mundo. Aunque no todos están dispuestos a escuchar o a aceptar lo que nos propone. Siempre estamos llamados a respetar la libertad de los demás; nosotros proponemos con respeto; también es preciso esperar el momento espiritual de cada uno… con la seguridad de que la semilla de bondad que sembramos en algún momento dará frutos.

Cuando vamos al encuentro de los otros estamos llamados a llevar: la paz que nos regala Jesús, la confianza, la seguridad de sentirnos amados, una mirada de fe, apertura a lo que el Espíritu Santo en ese momento nos quiera manifestar.

En la medida que llevamos la Buena Noticia a los demás, nosotros empezamos a vivirla; la fe se fortalece en la medida que la damos. Son quienes nos escuchan los que nos ayudan a profundizar las convicciones y nos descubren la belleza de la amistad de Cristo.

Oración:

Señor, envíame donde quieras, soy tuyo.

Contemplación:

  • Tengo envidia y algunas veces no doy a conocer tu Nombre a los demás…
  • Yo te envío… te he llamado y escogido para que seas mi profeta… no calles, …deja que te encienda en el fuego de mi amor.
  • Transfórmame interiormente y haz que vaya con alegría.

Acción:

Renunciar a los otros que son amados.

Hno. Javier Lázaro sc

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