Lectura:
“Quien jura por el altar, jura por él y por cuanto hay sobre él; quien jura por el templo, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él. (Mt 23, 20-22).
Meditación:
Jesús nos llama a contemplar la unidad divina, que se manifiesta en sus obras. Del mismo modo nos llama a vivir la unidad entre lo que hacemos y lo que vivimos. Cada actividad que realizamos, tiene consecuencias sobre nuestra paz interior y la confianza con que vivimos.
Es preciso estar atentos y ver cómo cuidamos el corazón, que es el altar y templo del Espíritu Santo. Algunas veces estamos ansiosos o angustiados, pero somos responsables por lo que antes hemos estado hablando o pensando. Estamos llamados a cuidar el espíritu para orientarlo siempre hacia Dios.
Cada vez que entramos a una iglesia o capilla, nos fijemos en muchos detalles; pero la centralidad está en el Sagrario, donde está presente Cristo Eucaristía, y lo adoramos con la genuflexión; en el Altar también está Cristo, que se está ofreciendo constantemente al Padre, por eso hacemos una profunda inclinación.
Oración:
Señor, gracias porque me habitas, me llenas con tu presencia.
Contemplación:
- Voy muy rápido… no puede detener la mirada… no me dejo sorprender…
- Yo estoy presente en tu corazón… te espero. Yo te santifico y lleno de paz.
- Haz que me deje alcanzar por tu amor.
Acción:
Respetar y cuidar mi cuerpo como templo de Dios.
Hno. Javier Lázaro sc