Señor, gracias porque me miras, me llamas y me recibes

Lectura:

“Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores»” (Jn 1, 49-50).

Meditación:

En la medida que buscamos conocer a Jesús, como lo hacía Bartolomé (Natanael), nos empezamos a conocer a nosotros mismos. La amistad con Cristo nos revela la realidad de nuestro corazón, con sus virtudes, limitaciones y deseos más profundos. La amistad con Él nos revela la vocación a la que somos llamados. Necesitamos elegirlo como el “Maestro” (Rabí).

La amistad con Cristo no tiene límite, siempre nos va ir comunicando más y más su amor. Todo dependerá de nuestra respuesta comprometida. Dios no nos quiere ocultar los misterios de su amor, pero necesitamos: capacidad asumiéndolos comprometidamente; saliendo de nuestro egoísmo y confiando. Sólo en el cielo lo veremos cara a cara, será un gozo sin fin.

Los judíos leían la Palabra de Dios a la sombra de la higuera que estaba en el patio de su casa…Es en el Evangelio donde Jesús nos ve; necesitamos familiarizarnos con su Palabra y gustarla en el tiempo de silencio diario… es el alimento que necesita nuestro corazón.

Oración:

Señor, gracias porque me miras, me llamas y me recibes.

Contemplación:

  • Mi corazón está inquieto… pero algunas veces busco en lugares equivocados.
  • Yo me comunico por mi Palabra… haz que sea la Luz en tu Camino.
  • Quiero rumiar tu Palabra y guardar en el corazón los misterios de tu amor.

Acción:

Dejarme mirar por Jesús.

Hno. Javier Lázaro sc

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