Lectura:
“Al recibir el denario, protestaban contra el propietario, diciendo: «Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada». El propietario respondió a uno de ellos: «Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?” (Mt 20, 11-13).
Meditación:
En el Reino todo lo que recibimos es gratuito; Dios nos lo da porque quiere. Son inútiles las comparaciones; Jesús nos ama a cada uno con un amor personal, único y total. Se da por entero, simbolizado por el denario.
En la medida que nos dejamos llevar por la envidia, destruimos la fraternidad. Jesús nos llama a alegrarnos por los dones o carismas que tienen los otros. Es preciso hacer el ejercicio de expresar nuestra admiración por las capacidades de los demás y la alabanza a Dios por su generosidad.
El hecho de ser llamados a trabajar en la viña del Señor, ya es un regalo infinito. Aunque nos exija esfuerzo y lucha interior, por seguir lo que nos pide, ya vivimos en la alegría de su amistad; nos infunde su misma Vida.
Oración:
Señor, soy tuyo, sólo quiero trabajar para Ti.
Contemplación:
- Me fijo en lo que otros tienen y me olvido de gustar y agradecer los dones que me has dado.
- Yo te hago digno y grande. Mi amistad llena todo tu corazón.
- Quiero ser tu esclavo… fijar en Ti mi mirada.
Acción:
Despertar la alegría de vivir con Cristo.
Hno. Javier Lázaro sc