Señor, haz que te escuche, te mire y te siga

Lectura:

“El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque él que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?” (Mt 16, 24-26).

Meditación:

Hay dos motivos fundamentales que supone una ganancia renunciar a todo: seguir a Cristo y ganar la vida eterna. Cuando escuchamos el llamado de Jesús es porque nos quiere llevar a la plenitud, a la felicidad. El tesoro infinito es Cristo y nos exige darle la prioridad absoluta.

En la medida que no tenemos tiempo o priorizamos otras cosas, ya estamos postergando a Dios y proyectamos nuestra vida sobre tareas o metas pasajeras; así perdemos el sentido de la alegría verdadera. Cargar la cruz, supone dificultades, pero para alcanzar el bien más sublime y eterno.

La cruz también es aceptar que no somos perfectos y que necesitamos acoger a los otros tal como son, sirviéndoles en Nombre de Cristo. Perder la vida, es postergar los gustos personales, en vistas de hacer lo bueno, respondiendo a las necesidades más inmediatas de los demás.

Oración:

Señor, haz que te escuche, te mire y te siga.

Contemplación:

  • Me dejo llevar por la fácil … pero olvido lo bueno o lo que necesitan los otros.
  • Yo te doy la gracia de elegir y hacer lo verdadero, lo bueno…
  • Que sólo haga tu voluntad, no la mía.

Acción:

Postergar o renunciar a algo que me gusta.

Hno. Javier Lázaro sc

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