Lectura:
“Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o la mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público” (Lc 8, 16-17).
Meditación:
Por el Bautismo, Cristo ha encendido en nuestros corazones el fuego de su amor; nos ha dado su Luz. Es un resplandor llamado a iluminar a todos. No podemos vivir el gozo de la verdad de Cristo y pretender esconderla. Al contrario, cuando la llevamos a los otros, más intensamente la vivimos y nos alegra el corazón.
Alumbramos con la Luz que hemos recibido de Cristo; no es Luz propia. En la medida que nos separamos de Cristo y de los otros, dejamos de lucir. Necesitamos vivir en comunión con Cristo y con los otros, para vivir nuestra identidad de personas.
Cristo nos habla en lo íntimo y nos envía a llevar la Buena Noticia a los demás. No buscamos nuestra propia gloria, sólo la de Dios. Nos da un tesoro que se acreciente llevándolo a los otros. La Luz enciende otras luces.
Oración:
Señor, haz que viva para encender tu Luz en los demás.
Contemplación:
- Me dejo llevar por la comodidad y el narcisismo.
- Yo Soy la Luz. Quiero que vivas en mi amor.
- Deseo ser tu testigo en el mundo, iluminar con tu luz la esperanza de los otros.
Acción:
Llevar la Luz de Cristo a todas las realidades.
Hno. Javier Lázaro sc