Señor, enséñame a vivir en tu alabanza y la acción de gracias

Lectura:

«¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes? Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de: “Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado” (Lc 7, 31-32).

Meditación:

Jesús nos llama a salir de la indiferencia y el escepticismo. Es hora de despertar el corazón para la alabanza; es preciso dejarnos sorprender por las bendiciones que recibimos en forma constante de parte de Dios. Necesitamos ejercitarnos en la acción de gracias por todo lo bueno que recibimos. Cuando pensamos que todos los días son igual, es porque hemos perdido el sentido de lo que hacemos.

En la medida que sólo trabajamos y sentimos que perdemos el tiempo en la oración o contemplación, llegamos a pensar que todo depende de nosotros. La contemplación nos ayuda a tener la mirada según Dios, y nos lleva a la acción, nos compromete con el bien.

La belleza de la música, de una flor, de una mirada… todo nos habla de una bendición que despierta el corazón para la alabanza. Si sólo consumimos cosas, nos quedamos en el plano de lo material y perdemos la dimensión espíritu, la que alegra el corazón.

Oración:

Señor, enséñame a vivir en tu alabanza y la acción de gracias.

Contemplación:

  • A veces me siento árido y distante, frente a lo bueno que me rodea.
  • Yo alegro el corazón de los que viven para los demás.
  • Quiero dar testimonio de tu infinita bondad.

Acción:

Dedicar tiempo a la alabanza.

Hno. Javier Lázaro sc

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