Señor, mi corazón te pertenece sólo a Ti

Lectura:

“«No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, hay eunucos, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque los hicieron los hombres; y hay otros que lo decidieron así a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!»” (Mt 19, 11-12).

Meditación:

Los discípulos, manifiestan las dificultades en el matrimonio y ven conveniente no casarse; pero Jesús les responde que esa opción, sólo se puede vivir con alegría cuando se ha recibido el don de Dios. La virginidad es un regalo de Dios, que acogemos con alegría y nos exige el cuidado del corazón.

Todos los bautizados ya estamos desposados-casados con Cristo. Este llamado, algunos lo viven entregándose a Cristo a través de una mujer o de un hombre (en el caso de la mujer), en el sacramento del matrimonio; los consagrados lo vivimos directamente con Cristo, en forma inmediata, total, exclusiva y para siempre.

En todos los casos nos exige una madurez afectiva-sexual, que nos lleve a la entrega comprometida al servicio de los otros. En la medida que nos damos totalmente, renunciando a nosotros mismos, nos realizamos plenamente como personas y somos felices.

Oración:

Señor, mi corazón te pertenece sólo a Ti.

Contemplación:

  • Algunas veces busco la realización individual, llevado por el egoísmo o el individualismo.
  • Yo Soy Dios, y en forma continua me doy al Padre, al Espíritu Santo y a cada persona humana.
  • Me has hecho a tu imagen, me realizo en la entrega de mi vida.

Acción:

Servir gratuitamente.

Hno. Javier Lázaro sc

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