Lectura:
“El joven dijo: «Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?». «Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes” (Mt 19, 20-22).
Meditación:
Jesús siempre da el primer paso, nos ama incondicionalmente y gratuitamente. De esta forma despierta en nuestro corazón el deseo de seguirlo y comprometernos con el bien. Pero ahora nos toca a nosotros dar una respuesta, que nos exige radicalidad. No se puede amar a medias.
La mirada amorosa de Cristo nos da el impulso, la fuerza; una vez que vivimos en comunión, podemos lanzarnos decididamente, superando los miedos y confiando, porque sabemos que nos acompaña siempre. En la medida que nos comprometemos nos realizamos y vivimos en la alegría.
El tesoro que nos ofrece Cristo, es Él mismo; su amistad, vivir con Él en fraternidad con los otros. En la medida que vivimos para nosotros mismos o esclavos de las cosas que tenemos, nos entristecemos. Nuestra vocación es a la libertad para corresponder al amor de Cristo.
Oración:
Señor, que tu amor me alcance y mi corazón te responda.
Contemplación:
- Vivo muy pendiente de muchas cosas… pero con frecuencia olvido nuestra amistad…
- Yo Soy el único que puedo y quiero llenar tu corazón de alegría. Necesito que respondas…
- Quiero pertenecer sólo a Ti… dame la gracia de la generosidad.
Acción:
Corresponder al amor de Cristo.
Hno. Javier Lázaro sc