Lectura:
“Estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así” (Mt 24, 44-46).
Meditación:
Cristo nos ha elegido para cuidar a nuestros hermanos. Esa es nuestra tarea principal. Los niños y los jóvenes, necesitan nuestro testimonio de entrega inmediata y total a Cristo. Nuestra vida es una oblación a Dios cuando nos damos con caridad a la familia, a la comunidad y a los necesitados.
El prójimo se convierte en un sacramento, en un signo de la presencia de Cristo. Por eso siempre buscamos mirar con fe y confianza; sabemos que el objeto de nuestro trabajo es nuestro hermano. La respuesta que Cristo espera es en la cotidianidad, en los pequeños detalles… en las cosas más inesperadas y que es posible que no demos importancia: una mirada, un gracias…
La comida que damos es al mismo Cristo; a todos hablamos de su Palabra, servimos con sus mismos sentimientos… Es probable que no todo nos salga perfecto; pero cuando estamos intentando una y otra vez, Cristo ya nos felicita.
Oración:
Señor, dame la alegría de servir, con caridad, a los hermanos.
Contemplación:
- Hago muchas cosas por mí… y postergo las necesidades de los otros.
- Yo te envío, en mi Nombre, ve a servir a los más débiles.
- Quiero vivir sólo para Ti.
Acción:
Ayudar en nombre de Cristo.
Hno. Javier Lázaro sc