Lectura:
“Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: «¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean»” (Lc 24, 36-39).
Meditación:
Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre. Podemos llegar a Él empezando por su humanidad; siente las mismas necesidades que nosotros; con la diferencia que tiene ordenadas sus pasiones. Se ha solidarizado con nuestra realidad. Por eso quiere que toquemos-contemplemos las heridas de sus manos y su costado abierto.
La presencia de Cristo siempre nos trae paz; y cuando estamos con Él llevamos paz a los demás. En la medida que no podemos generar un vínculo con Jesús, nos sentimos divididos, nos desconocemos y vivimos agitados…
Sólo Cristo nos revela la grandeza y la dignidad que tenemos; pues ha derramado su Sangre por nuestro amor y nos prepara un destino Eterno. Fuera de Él nos desorientamos y adoramos a falsos dioses; quedamos esclavizados de nuestro falso ideal, de la idea limitada que tenemos de nosotros mismos.
Oración:
Señor dame tu paz, quiero caminar en tu amistad.
Contemplación:
Jesús te busco en lugares equivocados… Yo estoy en tu corazón, en el silencio te quiero regalar la paz… Me desvían muchas tentaciones del mundo, del demonio y la carne… Mírame, déjate sanar… quiero que estés conmigo… Toma las riendas de mi vida, quiero ser tuyo.
Acción:
Hacer consciente la paz que me regala Jesús.
Hno. Javier Lázaro sc